14 de diciembre de 2009

Travesía a Los Gigantes


Muy temprano se puso en marcha el grupo de valientes que se atrevió a desafiar a Los Gigantes de las serranías cordobesas. Así, salimos exactamente a las 09:00 hrs., desde Tanti mas precisamente, desde un hotel a la vera del sinuoso camino, que sirvió para dejar los vehículos. Desde allí, empezamos a subir por las duras rampas que nos llevaban hasta "La Rotonda", a 30 kms., exactos de la salida...
El corazón latía fuerte, las piernas y los brazos trabajando en equipo, hicieron el trabajo mas duro para llegar a la cima, el paisaje con su belleza majestuosa nos seducía a detenernos sistemáticamente para guardarlo en nuestras máquinas de fotos...
Como fieles custodios de los macizos de Los Gigantes, nuestro pedaleo y nuestro jadeo, era permanentemente "observado" por las aves típicas de la región, que planeaban con la suavidad que les daba el viento a mas de 1500 metros sobre el nivel del mar...
Así, con un cielo celeste, con nubes blancas; como si se tratase de un tapiz a lunares, creado para nosotros a cada momento, llegamos al antigüo refugio que se encuentra en el lugar y al cual había visitado por última vez allá, por el año 1976, oportunidad en la que ascendí al mítico Cº La Cruz, a La Laja, el río subterráneo...
La travesía, para muchos, no sólo finalizaba con la llegada en bicicleta hasta La Rotonda, desde allí y luego de recuperar energías con algunos alimentos, se dispusieron a abrigarse, ya que, los esperaba una increíble caminata de tres horas con temperaturas por debajo de los 15º que marcaba el S710i.
El tiempo y los compromisos, me impidieron realizar ambas actividades, por lo que, exactamente a las 12:00 hrs., emprendimos el regreso, con un cielo cada vez mas plomizo y con la satisfacción de haber colmado mis retinas con el paisaje maravilloso del lugar y los pulmones plenos de aire que supera cualquier control de pureza...
El camino de vuelta, serpenteante, exigía un fino dominio de la bicicleta, la que, debía sortear, saltos, piedras, serruchos, piso con poca adherencia y una alta velocidad, que, obligaba a estar muy atento a no cometer ningún error, para evitar dar contra el piso...
A medida que bajábamos, la temperatura subía y ya, los 15º de la rotonda, eran un recuerdo, un grato recuerdo para los 28º que había en el hotel, donde finalizó ésta aventura...

A la noche, en casa luego de un merecido descanso, fué el momento de compartir la experiencia observando las  FOTOS que pude tomar y otras que me llegaron por mail y que fueron obtenidas por Karina...
Es mi anhelo, que nuevamente se repita éste excepcional viaje, antes, claro, que finalice el verano.

Será hasta la próxima.

Rubén Roulet